martes, 4 de octubre de 2011

Una terapia contola las osesiones


Una terapia controla las obsesiones

Logra la recuperación de entre el 40 y el 60% de los pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)

Por Fabiola Czubaj  | LA NACION
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 La doctora Amparo Belloch Fuster. Foto: Patricio Pidal/AFV

Acumular recortes de diarios, organizar la ropa en el placard por colores o baldear el patio todos los días a las seis de la mañana pueden ser manías tan comunes como benignas para nuestra salud mental. Pero cuando esas rutinas son incontrolables hasta el punto de no poder dejar de hacerlas por temor a que algo malo suceda, es probable que se trate del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).

"Es una enfermedad que genera mucha vergüenza. No se trata de esas manías que todos podemos tener con la limpieza de la casa o un hobby, como coleccionar objetos, sino de pensamientos reiterados de que algo malo puede pasar y de que hay que hacer algo para evitarlo, como barrer, lavarse las manos, no tirar objetos o rezar", explicó la doctora Amparo Belloch Fuster, catedrática de psicopatología de la Universidad de Valencia, España.

Ella forma parte del Grupo de Trabajo sobre Cogniciones Obsesivo-Compulsivas -del que participa la Fundación Aiglé de nuestro país-, que desarrolló un programa multicéntrico de tratamiento del TOC con sesiones grupales o individuales.

Entre los 4 y 6 meses que dura el programa, de 4 a 6 de cada 10 pacientes se recuperan. En el resto, las obsesiones y las compulsiones se reducen hasta permitirles llevar una vida normal. "Todos los pacientes mejoraron algo y otros se recuperaron completamente -comentó, sobre los 50 pacientes atendidos en Aiglé el doctor Fernando García, coordinador de Investigación-. Nos dicen que sus vidas cambian totalmente; que pudieron saber de qué se trataba lo que les pasaba; aprender herramientas para solucionarlo y encontrarse con otros con el mismo sufrimiento."

Los estudios en los que se puso a prueba la efectividad del nuevo programa frente a la terapia de primera elección (exposición con prevención de respuesta), demostraron que los resultados son comparables. "El programa funciona igual o mejor; las tasas de recuperación y de mejoría son iguales o algo superiores", resumió Belloch Fuster, de visita en el país para participar de un seminario inaugural de encuentros de la Fundación Aiglé, donde el doctor Héctor Fernández-Alvarez coordina el programa. Informes: (011) 4781-3897.

Con otro estudio, los investigadores argentinos y españoles determinaron qué pacientes eran los mejores candidatos para las 16-18 sesiones que incluye el programa. "Son, principalmente, los que se conocen como obsesivos puros, que suelen tener rituales encubiertos, que otros no ven, como rezar o pensar."

Y al comparar las sesiones grupales con las individuales, las primeras dan mejores resultados en el largo plazo (a un año o más), mientras que los encuentros a solas con el terapeuta son más efectivos en el corto plazo, aunque con más recaídas. Entonces, un paciente con TOC grave puede mejorar rápidamente con sesiones individuales y, luego, mantener los resultados con sesiones grupales.

Una persona puede convivir más de 30 años con el TOC. "Es un trastorno crónico que afecta mucho la calidad de vida; en algunos casos, no quieren salir de la casa", agregó García.

Pero ¿por qué aparecen estas obsesiones y compulsiones? Según la especialista española, existe una predisposición genética. "Si a eso se une haber tenido depresión, TOC, experiencias traumáticas difíciles de tolerar o bajo nivel de tolerancia al estrés o el malestar, aumentan la posibilidad de que se activen estos pensamientos de que algo malo puede suceder. De hecho -señaló-, los pacientes suelen decir que su cabeza es el peor enemigo que tienen."

El TOC aparece a cualquier edad; en hombres y mujeres por igual, aunque en ellas es más común los pensamientos asociados con la contaminación o la limpieza, y en ellos, los relacionados con la acumulación, la duda y el miedo a deshacerse de objetos. Situaciones como la pérdida del trabajo, el posparto o una mudanza lo pueden activar.

"Antes, se pensaba que era una enfermedad muy poco frecuente porque los pacientes sólo consultaban cuando aparecía la depresión que produce el TOC -dijo Belloch Fuster-. Hoy sabemos que afecta a entre el 2 y el 2,5% de la población."

Durante las sesiones, los pacientes comprenden que tienen una enfermedad, dejan de sentir vergüenza por sus comportamientos y aprenden a controlar los pensamientos que los hostigan. "Podemos garantizar que van a mejorar mucho hasta hacer una vida normal", finalizó Belloch Fuster.

Emilio Mignone, a favor de la vida

VANCOUVER.- "¿Se han necesitado 6000 años de civilización y toneladas de leyes y de tratados jurídicos para llegar a esto?" Estas palabras, pronunciadas en 1976 por Emilio Mignone, referidas a la represión ilegal, bien se pueden aplicar a la legalización del aborto. Es que el fundador del Centro de Estudios Legales y Sociales estuvo siempre a favor de la vida. Yo lo sé: soy su hijo.
Mi padre (1922-1998) fue abogado, educador y defensor de los derechos humanos. Nunca fue antifamilia y antivida, discurso que actualmente se está forzando en el mundo entero, también por organizaciones que se dicen a favor de los derechos humanos. A mediados de julio, el CELS se adhirió a la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, que impulsa una reforma legal que despenalice y legalice la interrupción voluntaria del embarazo.
Unos días antes, Emecé publicó La vida de Emilio Mignone: justicia, catolicismo y derechos humanos , por Mario del Carril. En esa biografía se entrevé que papá no estaba a favor del aborto, sino que defendió, con sus aciertos y errores, principios cívicos, cristianos y de familia. Hilda Sábato escribe en el prólogo de ese libro que Mignone estuvo siempre "anclado en algunos valores básicos de matriz cristiana".
Horacio Verbitsky es el presidente del CELS, y en la presentación de la biografía dijo: "Nosotros somos herederos" [de Emilio]. Y añadió que querían "llevar adelante el legado que nos dejó". Señaló después: "En el CELS seguimos la línea de Mignone. No tenemos que hacer ningún esfuerzo por adivinarla, porque él la dejó por escrito".
Mis tres hermanos sobrevivientes y yo donamos al CELS todos los documentos de nuestro padre sobre derechos humanos: dudo que se encuentre en esas miles de páginas la justificación de leyes abortistas.
Me causaría mucho dolor que se abusara del nombre de Emilio Mignone y que la institución en que dejó buena parte de sus fuerzas y entusiasmos se abocara a algo tan opuesto a lo que él y mi madre (también cofundadora del CELS, junto con otras siete personas) pensaban.
La biografía cuenta que papá y mamá tuvieron cinco hijos. Al fallecer la esposa de un tío nuestro, cuatro primos vinieron a vivir con nosotros. Un niño de la villa del Bajo Flores, que era ahijado de mi hermana Mónica (detenida-desaparecida por la dictadura) vivió durante varios años con mis padres, cuando nosotros, sus hijos, ya habíamos crecido.
El punto de inflexión de la vida de mis padres fue el 14 de mayo de 1976, cuando militares -que después supimos que eran de la Marina- se llevaron a Mónica (a la Escuela de Mecánica de la Armada, y a una muerte desconocida, comparable con la interrupción de embarazo). El resto de sus vidas fueron dedicadas, primero, a buscarla, y después a tratar de evitar que otras vidas pudieran desaparecer injustamente. ¿Se puede pensar que ellos quisieran que vidas inocentes se truncaran en el seno de sus madres? ¿Qué decir de la búsqueda de mis padres, y de tantos otros, de niños nacidos en cautiverio y no entregados a sus parientes? ¿No sería un contrasentido reivindicar sus derechos y al mismo tiempo defender el aborto?
Hace 35 años que no vivo en la Argentina; y no hablo de política. Pero sigo el pensar y el sentir ético de mis padres al predicar como sacerdote, y también al escribir, como ser humano, sobre el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Hay poderosos grupos de presión y personas dentro de instituciones internacionales que promueven una suerte de neocolonialismo demográfico. "No les damos dinero para el desarrollo si no promueven el aborto", es su argumento. Muchas veces personas y grupos son instrumentalizados para tratar de imponer el aborto a poblaciones que no lo quieren.
"La vigencia del tipo penal lo que procura es mantener el control social sobre las mujeres y perpetúa los efectos aberrantes que tiene la criminalización del aborto sobre la vida y la salud de las mujeres que se enfrentan a un embarazo no deseado. La falta de un debate serio y profundo sobre esta cuestión sólo muestra el desinterés por la vida y la salud de las mujeres, y sobre todo de las más pobres. Lo que logra la penalización del aborto es remarcar las desigualdades en la sociedad", señaló la abogada Lourdes Bascary, del CELS.
¿La mujer? Medios como The Economist señalan que el aborto en China y la India ha llevado al genocidio de docenas de millones de niñas. Además, no hay duda de que en muchos casos, en cualquier país, la mujer es llevada a abortar por el varón, por presiones "machistas".
Mi padre fue un gran inconformista. Pienso que muchos debemos serlo cuando otros intentan arrollar el derecho a la vida. Continuar el legado de papá significa defender tanto al detenido-desaparecido como al niño -¡y a la niña!- por desaparecer.
No quiero dejar de añadir que rezo a diario por todos los argentinos: por mis padres y aquellos que los hayan tratado injustamente; por mi hermana Mónica, junto con aquellos que la torturaron y mataron; por las mujeres que sufren, por sus victimarios, y por los que promueven el aborto. Pero aclaro que si el CELS lo promueve, no sigue el ideario de mis padres.
El autor, sacerdote, es licenciado en Derecho y máster en Ciencias Políticas. Vive en Vancouver