miércoles, 19 de septiembre de 2012

Hombre de Pekin





El Hombre de Pekín1 (Homo erectus pekinensis) es una subespecie de Homo erectus propia de China. Su nombre alude a que sus restos fósiles se descubrieron al suroeste de Pekín, en una cueva de la localidad de Zhoukoudian.2 Los restos fueron encontrados entre 1921 y 1937 y datan de hace entre 500 000 y 250 000 años. Es especialmente popular porque en el momento de su descubrimiento fue considerado el primer "eslabón perdido" que justificaba la teoría de la evolución.
El yacimiento de Zhoukoudian fue catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 1987.

El descubrimiento

Durante años los habitantes de la zona vendían a los extranjeros toda suerte de dientes de aspecto extraño o antiguo, pretendiendo que eran dientes de dragón, y el azar se presentó cuando uno de estos dientes fue a dar a manos de un científico sueco, quien, al estudiarlo, lo reconoció como perteneciente a un mamífero extinto.
Se pesquisó el origen de ese diente y se estableció que provenía de una cueva de Pekín. Las investigaciones comenzaron en 1921. De acuerdo con el relato posterior de Otto Zdansky, que trabajaba para el geólogo Gohan Anderson, un habitante de la zona llevó a los arqueólogos hasta lo que hoy en día se conoce como la Colina del Hueso del Dragón, un lugar lleno de huesos fosilizados. Zdansky comenzó su propia excavación y finalmente encontró huesos que parecían molares humanos. En 1926 los llevó a la Facultad de Medicina de Pekín, donde el anatomista Davidson Black los analizó. Posteriormente, publicaría su descubrimiento en la revista Nature, con el nombre de Sinanthropus pekinensis (hombre chino de Pekín). Los primeros especímenes de Homo erectus habían sido encontrados en Java en 1891 por Eugène Dubois. El hombre de Java fue inicialmente bautizado como Pithecanthropus erectus pero más tarde fue transferido al género Homo.
La Fundación Rockefeller accedió a patrocinar los trabajos en Zhoukodian. Hacia 1929, los arqueólogos chinos Yang Zhongjian y Pei Wenzhong, y posteriormente Jia Lanpo,3 se hicieron cargo de la excavación. Durante los siguientes siete años desenterraron fósiles de más de cuarenta especímenes de adultos, jóvenes y niños, incluyendo seis bóvedas craneanas casi completas. Se cree que el lugar era un sitio de enterramiento. El paleontólogo Pierre Teilhard de Chardin y el antropólogo Franz Weidenreich también participaron en los descubrimientos.


La desaparición de los huesos

Réplica de los restos de 1929 (actualmente desaparecidos).
Las excavaciones terminaron en julio de 1937, cuando los japoneses ocuparon Pekín durante la Segunda Guerra Sino-japonesa. Los fósiles fueron puestos a salvo en el Laboratorio del Cenozoico de la Facultad de Medicina. En noviembre de 1941, el secretario Hu Chengzi los envió a Estados Unidos para protegerlos de la inminente invasión japonesa. Sin embargo, en el camino hasta la ciudad portuaria de Qinghuangdao, desaparecieron, supuestamente a manos de un grupo de marines que los japoneses habían capturado al comienzo de la guerra con Estados Unidos.
Se intentó encontrar los huesos pero sin resultado. En 1972, el financiero estadounidense Christopher Janus prometió una recompensa de cinco mil dólares a cambio de los cráneos perdidos; una mujer contactó con él pidiendo 500 000 dólares, pero no se volvió a saber más de ella. Janus fue posteriormente acusado de desfalco. En julio de 2005, coincidiendo con el sexagésimo aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno chino estableció una comisión encargada de encontrar los fósiles.
Existen diversas conjeturas sobre qué ocurrió realmente con los huesos, incluyendo la teoría de que se hundieron en el barco japonés Awa Maru.

Cómo era el hombre de Pekín

Debido a la desaparición de los restos fósiles, los investigadores posteriores sólo han podido contar con los moldes y los escritos hechos por los descubridores. Así, se sabe que su capacidad craneana llegaba a los 1075 cc, un 80% respecto de la de Homo sapiens, y que se trataba de un cazador recolector.
El descubrimiento de restos animales junto a los huesos y la evidencia del uso de fuego, para combatir el frío y para cocinar los alimentos, y de herramientas de hueso y madera, fabricadas con otras de piedra, sirvió para apoyar la teoría de que el H. erectus fue la primera especie faber. Los análisis llevaron a la conclusión de que los fósiles de Zhoukoudian y Java pertenecen a la misma etapa de la evolución humana. Este es también el punto de vista oficial del Partido Comunista de China.
Sin embargo, esta interpretación cambió en 1985 cuando Lewis Binford afirmó que el hombre de Pekín no era cazador, sino carroñero. En 1998, el equipo de Steve Weirner en el Instituto Científico Weizmann llegó a la conclusión de que no hay evidencia de que el hombre de Pekín usara el fuego.




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