CAMBIO
DE PARADIGMA
José
Sidders, nació en Córdoba en 1955, es profesor de Ciencias Sagradas y Técnico
en Conducción Educativa.
Durante
años ha trabajado en la parte social con reambulantes. Es docente, aunque no
ejerce en la actualidad y estuvo 5 años en la formación para futuros
sacerdotes.
Actualmente,
radicado en San Antonio de Areco, posee un Centro de Meditación y desarrolla el
tratamiento terapéutico,
utilizando
terapias alternativas, como una de sus actividades
POR ÚTIMO SI LO DESEAN ENTRE A; JOSE
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CURIOSA SIGNIFICACIÓN DE UN TÉMINO DE USO CORRIENTE
CUERDA A ALGUIEN:
Otorgarle
mayor libertad a una persona, al igual que cuando a un animal atado se le
alarga la cuerda que lo retiene para que pueda moverse una mayor distancia, sin
necesidad de abandonar el lugar. No debe confundirse con dar manija a alguien, aplicada para
significar que se está azuzando a una persona para que reaccione contra otra,
con motivo o sin él o para que crea lo que otra quiere que crea
Dar
cuerda a alguien: Otorgarle
mayor libertad a una persona, al igual que cuando a un animal atado se le
alarga la cuerda que lo retiene para que pueda moverse una mayor distancia, sin
necesidad de abandonar el lugar. No debe confundirse con dar manija a alguien, aplicada para significar que se
está azuzando a una persona para que reaccione contra otra, con motivo o sin él
o para que crea lo que otra quiere que crea.
I El 25 de mayo.—El Cabildo conmina a la Junta al cumplimiento de la obligación de sostener su autoridad. La multitud ocupa la Casa Capitular. Individuos en clase de diputados»: petitorio que formulan—El Cabildo estimaba que era necesario contener al pueblo por medio de la fuerza.—Reunión de comandantes.— Los jefes militares informaron que no sólo no podían sostener al gobierno sino «ni aun sostenerse a sí mismos pues los tendrían por sospechosos»—El Cabildo resuelve pedir la renuncia a Cisneros—Los diputados explicaron que no se conformaban con este hecho, debiendo el pueblo reasumir la autoridad— Con nada se conformaría que saliese de esta propuesta, debiéndose temer en caso contrario resultados muy fatales, dice el acta—Los regidores exigieron que el pedido se formulase por escrito— La petición escrita. — Significado de este documento— Los firmantes— El Cabildo impuso que se congregase el pueblo en la plaza para ratificar el contenido del petitorio.— Su lectura en alta voz.—Maniobra del Cabildo: los regidores habían meditado varios puntos para imponerlos en seguida. — Triunfo de la Revolución.— Lógica afectiva de la multitud. II. Los partidos de la Revolución— Un núcleo extremo encarnaba el derecho histórico.—Un segundo núcleo extremo hacía la revo¬lución por la independencia.—Los moderados aspiraban a la realización de reformas generales— La tesis de que la revolución de 1810 fue una guerra civil. —Los pueblos del interior no habían sido preparados suficientemente para la Revolución—El disfraz adoptado: la máscara de Fernando. Su eficacia en la política interior y en la exterior.—Opiniones de periódicos europeos sobre la Revolución de mayo.—Según Saavedra, los más piadosos contemplaban a los revolucionarios «con compasión no dudando que en breves días serían víctimas del poder y furor español»—Fué necesario que pasaran algunos meses para que Moreno escribiera en octubre estas palabras: «Estamos ciertos que mandamos en los corazones». —Popularidad de la Revolución. —Posición de Buenos Aires en la América hispánica en el momento histórico de 1810.
1
EL 25 DE MAYO. EL CABILDO CONMINA A LA JUNTA AL CUMPLIMIENTO DE LA «OBLIGACION DE SOSTENER SU AUTORIDAD». LA MULTITUD OCUPA LA CASA CAPITULAR. «INDIVIDUOS EN CLASE DE DIPUTADOS»: PETITORIO QUE FORMULAN.
La Revolución iba a estallar. Como señala con acierto el historiador Mitre, de entre aquella multitud se vio surgir «una nueva entidad, activa, inteligente y audaz» . Era la juventud capitaneada principalmente por French y Berutti, que desbordó sobre la Plaza Mayor y encendió los ánimos de los oficiales y tropa del cuerpo de Patricios. Sin pérdida de tiem¬po, un núcleo de patriotas se reunía en lo de Rodríguez Peña —la casa de este ciudadano fué el foco de la revolución, como dice Manuel Moreno.— «Hasta llegó a dudarse de la firmeza del coronel Saavedra» según otros informes. Castelli concurrió al club y después de un cambio de ideas prometió influir en el sentido de que se consultase nuevamente al pueblo. Moreno, Irigoyen y Chiclana quedaron encargados de persuadir a los oficiales y tropa del cuerpo de Patricios y a la juventud, llegando a tiempo para calmar los ánimos «y conseguir se conviniese aquel concurso en que al siguiente día se pasaría una representación al Cabildo, que expusiese con firmeza y legalidad cuanto exigía el interés común y demandaba la voluntad del pueblo».
El jefe del cuerpo de Patricios daba cuenta a Cisneros del estado de conmoción de las tropas, aun las que estaban bajo su mando. Las noticias traídas por Castelli eran más terminantes en el sentido de que debía con¬vocarse nuevamente al pueblo. La Junta deliberó sobre este punto, siendo posible que el vocal Inchaurregui expresase su opinión tendiente a realizar un escarmiento entre los jefes revoltosos. En consecuencia, se dirigió nota al Cabildo informándole que la agitación pública continuaba por no haber excluido el vocal presidente, y para que proceda a otra elección en sujetos que pueden merecer la confianza del pueblo, supuesto que no se la merecen los que constituyen la presente Junta. El oficio termina devolviendo el poder al Cabildo.
La
Junta presidida por Cisneros devuelve el poder al Cabildo
Una delegación del club se encargó de conferenciar con el doctor Lei¬va, en su casa, a las doce de la noche. El procurador saltando de su cama acudió a los golpes dados a la ventana de su habitación, y abriéndola oyó la notificación de la voluntad de los patriotas, hecha en el lenguaje de una intimación perentoria, según un testigo presencial. Al principio, Lei¬va negóse a la solicitud, pero al fin accedió a que se convocase nuevamen¬te el pueblo.
Al mismo tiempo el núcleo dirigente de jóvenes había redactado la representación escrita que se elevaría al Cabildo, circulándola por toda la ciudad y obtenido inmenso numero de firmas, dice uno de los actores de la revolución. En tan importante documento –a que me referiré mas adelante- se consignan los nombres de las personas que debían constituir la nueva junta, que en efecto instalose el día siguiente. Es, pues, errónea la afirmación conforme a la cual se hizo la lista el 25 de mayo. Empero no dudamos que la presentación escrita es debida a la inspiración de Berutti y acaso de French también, pero fué redactada y circulada durante la noche del 24.
El documento hace mención de las personas que formarían el gobierno. Saavedra, en carácter de presidente; Castelli, Belgrano, Azcuénaga, Alberti, Matheu y Larrea, como vocales; Passo y Moreno, como secretarios. No creemos que la inclusión de los nombres citados fuera debido a una súbita inspiración. Los autores de la lista —Berutti y French en primer término— han debido ponderar y estimar circunstancias diversas y motivos accidentales y permanentes, dando por resultado la composición del gobierno presidido por Saavedra, incluyendo dos españoles: Larrea (que estuvo ausente en el Cabildo del 22 de mayo) y Matheu (que votó como Saavedra); dos adictos a la fórmula de Sola: Azcuénaga y Alberti. Los demás tenían antecedentes personales que explican su inclusión.
El día 25, desde la madrugada los patriotas ocuparon la Recoba. Adoptaron el distintivo de una cinta blanca y azul que exhibían en los sombreros o en el ojal de los sacos.
EL CABILDO ESTIMABA QUE ERA NECESARIO CONTENER AL PUEBLO POR MEDIO DÉ LA FUERZA. REUNION DE COMANDANTES. LOS JEFES MILITARES INFORMARON QUE NO SOLO NO PODIAN SOSTENER AL GOBIERNO SINO «NI AUN SOSTENERSE A SI MISMOS PUES LOS TENDRIAN POR SOSPECHOSOS».
Antes de las 9 se reunía el Cabildo para considerar la nota de la Junta por la que se devolvía el poder, como se ha explicado. Los regidores resolvieron conminarla al cumplimiento de su obligación de sostener su autoridad, haciendo uso de la fuerza pública si fuera necesario. Como se ve, el Cabildo se iniciaba con acento épico.
Apenas se había despachado el oficio a la Junta, la multitud ocupó la casa capitular y algunos individuos en clase de diputados llegaron a la sala de acuerdos y expusieron que el pueblo se hallaba disgustado y que era necesario tomar inmediatas providencias variando la resolución del día anterior.
Está demás recordar que los diputados eran French, Berutti, Planes, etc., los mismos que el día anterior querían provocar el conflicto armado, y a quienes había sido necesario aquietar, aplazando todo pronunciamiento para este día. Luego que los regidores les suplicaron influyeran en la gente que ocupaban los corredores, el Cabildo continuó en sesión primando el criterio de que era necesario contener al pueblo por medio de la fuerza. Dependiendo ésta de los comandantes de cuerpos se resolvió consultarles nuevamente.
Cornelio
de Saavedra
A las nueve y media tenía lugar la reunión de comandantes en la Sala Capitular. El doctor Leiva les expuso el estado del conflicto y les recordó su compromiso del día anterior. Los jefes de los regimientos españoles, Francisco Orduña, de artillería, Bernardo Lecoq, de ingenieros, y José Ignacio de la Quintana, de dragones, nada dijeron; los demás informaron que el estado de fermento del pueblo y ejército era tan grande, que no sólo no podían sostener al gobierno, pero ni aún sostenerse a sí mismos pues los tendrían por sospechosos. En esta situación, la gente de los corredores golpeó la puerta de la Sala exigiendo que quería saber de lo que se trataba. Martín Rodríguez tuvo que salir a serenar los ánimos. Terminada la reunión de comandantes, el Cabildo cambio la resolución adoptada poco tiempo antes, encomendando a una delegación se entrevistase con Cisneros pidiéndole su renuncia, indispensable para la salud del pueblo, y que la presentase, sin protesta alguna, para no exasperar los ánimos.
EL CABILDO RESUELVE PEDIR LA RENUNCIA A CISNEROS. LOS DIPUTADOS EXPLICARON QUE NO SE CONFORMABAN CON ESTE HECHO, DEBIENDO EL PUEBLO REASUMIR LA AUTORIDAD. «CON NADA SE CONFORMARIA QUE SALIESE DE ESTA PROPUESTA, DEBIENDOSE TEMER EN CASO CONTRARIO RESULTADOS MUY FATALES», DICE EL ACTA.
En el término de dos horas el espíritu de los regidores sufría una especie de perturbación galopante, pasando sin solución de continuidad, del heroísmo al pánico. Cisneros accedió a la imposición. No bien la delegación daba esta noticia al Cabildo, se produjeron otras novedades. Los diputados del pueblo explicaron que no se conformaban con la renuncia del ex virrey y demás miembros de la Junta, siendo necesario que el pueblo reasumiese la autoridad en virtud de que el Cabildo se había excedido en el ejercicio de las facultades delegadas.
Tal es el sentido de la profunda revolución jurídica que acababa de consumarse. El pueblo se resistía a delegar en otros poderes constituidos el ejercicio de la suprema autoridad, que había recaído en él después de la disolución de la Junta Central y desconocimiento legal del Consejo de Regencia. No había delegado en el Cabildo, según la votación del Congreso del 22 de mayo, la suprema potestad de constituir el nuevo gobierno —como he explicado—; por arte de prestidigitación, el Cabildo hablase atribuido tal eminente facultad, contra la decisión popular. Ahora volvía por sus fueros y derechos. Tras el enunciado de su exigencia, asomaba la amenaza violenta.
«Con nada se conformaría que saliese de esta propuesta, debiéndose temer en caso contrario resultados muy fatales», dice el acta. Y la proposición consistía en el nombramiento de las personas que integrarían la Junta así como también que, una vez establecida ésta, debería enviarse al interior una expedición de 500 hombres, que se costearía con la renta del virrey, oidores, contadores mayores y empleados de tabacos, etc., en la inteligencia de dejarles a éstos la congrua necesaria. Es decir, los diputados del pueblo expresaban oralmente el contenido del petitorio escrito el 24, que seguía circulando a los fines de recabar más adherentes.
Retrato
antiguo de Mariano Moreno
LOS REGIDORES EXIGIERON QUE EL PEDIDO SE FORMULASE POR ESCRITO. LA PETICION ESCRITA. SIGNIFICADO DE ESTE DOCUMENTO. LOS FIRMANTES.
Los regidores exigieron que el pedido lo formulasen por escrito sin causar el alboroto escandaloso que se notaba. Mientras el Cabildo se enteraba del oficio renuncia de los miembros de la Junta y lo contestaba, entraron nuevamente los diputados del pueblo, elevando la representación escrita firmada por un núcleo considerable de vecinos, religiosos, comandantes y oficiales de los cuerpos.
Manuel
Belgrano
Trátase del documento fundamental de aquella hora. La Revolución de Mayo de 1810 reconoce sus directos propulsores en ciudadanos decididos v en las firmas que se consignan en aquella histórica petición escrita.
Los firmantes son 409. Los primeros nombres corresponden a los jefes de cuerpos Martín Rodríguez, Ortiz de Ocampo, Florencio Terrada, Juan José Viamont, Estevan Romero, Esteve y Llac, José Merelo, Pedro Andrés García, Pedro Ramón Núñez, Eustaquio Díaz Vélez. En seguida dos firmas se consignan con esta sugestiva advertencia: «Por mí y ante de los seiscientos Antonio Luis Berutti». «Por mí y a nombre de seiscientos, Domingo French». Domingo French, que ya había signado por él —además de hacerlo por seiscientos— vuelve a firmar; la firma de Juan Ramón Urien también está repetida. En el documento falta las firmas de muchos civiles. Sólo hallamos las de Miguel Irigoyen (quien vuelve a firmar a ruego de mi hermano don Mathías), Manuel Alberti, Hipólito Vieytes, Nicolás Rodríguez Peña, Tomás Guido y algún otro. Debe notarse asimismo la circunstancia de que sólo un número reducido de los asistentes al Congreso general del 22 de mayo firman el petitorio. Tales observaciones demuestran que las fuerzas más enérgicas y pujantes de la revolución nutríanse en fuentes populares y en los cuerpos de la milicia ciudadana.
EL CABILDO IMPUSO QUE SE CONGREGASE EL PUEBLO EN LA PLAZA PARA RATIFICAR EL CONTENIDO DEL PETITORIO. SU LECTURA EN ALTA VOZ. MANIOBRA DEL CABILDO: LOS REGIDORES HABIAN MEDITADO VARIOS PUNTOS PARA IMPONERLOS EN SEGUIDA.
Presentado el escrito, los regidores exigieron que se congregase el pueblo en la plaza para ratificar el contenido del petitorio. Transcurrido un gran rato, los miembros del Cabildo se asomaron al balcón principal, y ante el cuadro del pequeño número de personas que estaban «con respecto al que se esperaba», Leiva preguntó «¿dónde estaba el pueblo?».
Prevenidas eran todas las actitudes de los regidores. Primero habían exigido el petitorio escrito, para no producir escándalo; después de presentado, querían la presencia del pueblo para ratificarlo. También era intencionada la pregunta.
Leiva habría deseado demostrar, acaso, que la Revolución era la obra de un pequeño grupo de exaltados, que la sociedad se mantenía indiferente sin adherir a sus pretensiones, y que tal vez las firmas del documento habían sido arrancadas por la violencia 9.
¿Por qué no recordaba ahora las palabras que habían suscrito con Moreno en el dictamen sobre los sucesos del lp de enero y conforme a las cuales, para clasificar una conmoción popular es indispensable no perder de vista sus intenciones y motivos?
Entre las varias contestaciones a la pregunta del síndico, se oyeron las voces que decían: «que las gentes por ser hora inoportuna se habían retirado a sus casas; que se tocase la campana del Cabildo y que el pueblo se congregase en aquel lugar para satisfacción del Ayuntamiento; y que si por falta del badajo no se hacía uso de la campana, mandarían ellos tocar generala y se abriesen los cuarteles, en cuyo caso sufriría la ciudad, lo que hasta entonces se había procurado evitar».
Liniers había mandado arrancar el badajo de la campana del Cabildo, en seguida del I4 de enero de 1809, despojándolo del instrumento para llamar al pueblo. Ahora al pueblo se le llamaba tocando generala en los cuarteles...
Así conminados y con el fin de evitar todo conflicto violento, se leyó en alta voz el pedimento que fue ratificado por la multitud, con la salvedad que consta en actas de que era «lo único que quería se ejecutase».
Empero el Cabildo no se dio por vencido y ensayó hacerle ejecutar algo más. Tenía preparada una hábil maniobra.
Había meditado varios puntos para imponerlo en seguida: eran algunas de las prescripciones de la famosa carta constitucional del 24. El Cabildo propuso, en efecto, que le correspondería velar sobre la conducta de los vocales y los removería en caso necesario. «Contestaron que esto debía ser con justificación de causa y conocimiento del pueblo. A que repuso el caballero síndico que el Exmo. Cabildo no procedería sin causa y sin manifestarla: y callaron».
Propusieron además que la Junta nombraría sus propios miembros en caso de vacante y no dictaría impuestos sin consentimiento del Cabildo, y contestaron de conformidad.
Cediendo a la violencia, los regidores acordaron se estableciese la nueva Junta “por acta separada y sencilla”. El documento del actuario consigna no solo la erección del nuevo gobierno, sino todas las prescripciones de la carta 24, que no se habían propuesto al pueblo, y que por lo tanto este no había sido votado. Reaparecen así, en esta acta “separada y sencilla” por nuevo arte de prestidigitación, las disposiciones relacionadas con la separación del poder judicial de la Junta; publicación del estado de la hacienda, todos los días primeros del mes; y especial y extensamente la invitación a los cabildos del interior con el fin de enviar representantes al Congreso, para establecer la forma de gobierno que se considere conveniente.
«El Cabildo creaba a nombre del pueblo un poder subalterno cuyos actos se reservaba controlar, cuando el pueblo pedía un soberano»
TRIUNFO DE LA REVOLUCION. LOGICA AFECTIVA DE LA MULTITUD
De todos modos la Revolución acababa de triunfar no obstante la ausencia de unidad de miras que desde mediados de 1809 desalentaba a Belgrano: el pueblo había impuesto los nombres de las personas que ocuparían el gobierno.
La Revolución continuaría después del 25 de mayo, para organizar y emancipar la Junta de los poderes existentes y constituir los nuevos órganos de la soberanía, arrollando los obstáculos, porque el impulso desbordante estaba determinado por la fuerza de una lógica simplista y afectiva que agitaba la multitud.
II
LOS PARTIDOS DE LA REVOLUCION. UN NUCLEO EXTREMO ENCARNABA EL DERECHO HISTORICO. UN SEGUNDO NUCLEO EXTREMO HACIA LA REVOLUCION POR LA INDEPENDENCIA. LOS MODERADOS ASPIRABAN A LA REALIZACION DE REFORMAS GENERALES.
A la distancia de un siglo y treinta años casi, el país se ha engrandecido a su influjo: la Revolución de 1810 evocase como un episodio de majestuosas líneas.
La exacta magnitud del hecho histórico se abarca cuando el episodio adquiere proporciones escalonándose con los hechos de elaboración antecedente y los subsiguientes. Reuniéndolos en serie la historia los agiganta o los reduce. La Revolución se inicia el 25 de mayo y la serie histórica de los hechos de esta naturaleza revolucionaria se prolonga por muchos años.
Es necesario vivir la época en que los sucesos se desarrollan para penetrarse de su instantánea realidad y evitar la perturbación que proyecta el tiempo como un fenómeno de perspectiva, sobre hombres y hechos. Narrando la antigüedad el alma debe hacerse antigua, mandaba Tito Livio. Sin desconocer la importancia de los «restos» y «tradiciones», el historiador debe evocar el pasado por la intuición.
¿Qué fué la revolución de 1810 para la generación que la llevó a cabo o la vio estallar?
Si se circunscribe la observación al desarrollo tumultuoso de los sucesos de Buenos Aires producidos entre el 18 y 25 de mayo, no se alcanza a vislumbrar sino la lucha de dos tendencias opuestas representadas respectivamente por quienes defendían la autoridad y permanencia del virrey y los que la combatían para reemplazarle por un nuevo y popular órgano de gobierno.
Pero si se eleva el punto de mira y extendiendo la contemplación deL movimiento de mayo, en el espacio, como formando parte de una revolución mas vasta que había sacudido Europa y conmovía a la America española, y en el tiempo, reconociendo su laboriosa e intensa gestación, se percibe la existencia de tres núcleos de opinión con programa ideológico definido. Un núcleo extremo encarnaba el derecho histórico, oponiéndose a toda innovación política; el segundo núcleo extremo hacia la revolución por la independencia y la republica federal; y un partido moderado aspiraba a la realización de reformas generales en el gobierno, en la economía, en la legislación.
Las reformas que atañen a la esencia de la Religión, no entraron en el programa de ninguno de los partidos.
Los núcleos extremos coincidían con el tercero en el plan de cambios que debía operarse en la sociedad, aunque en distinto grado, pues la tendencia conservadora en el orden político no lo era en los demás órdenes, desde que virreyes y magistrados habían inspirado múltiples e importantes cambios, si bien la tendencia de la revolución emancipadora abrazó luego el pensamiento de una reforma social más vasta. De todos modos, los partidos extremos se oponían y chocaban violentamente al estimar el grave problema del cambio de la forma de gobierno y de la situación de dependencia con la metrópoli.
Una opinión autorizada —aunque interesada— observaba desde lejos el desenvolvimiento de la Revolución hispanoamericana en las grandes líneas que he descripto, pero cifrando, esperanza de arreglo en la eficacia del partido moderado.
LA TESIS DE QUE LA REVOLUCION DE 1810 FUE UNA GUERRA CIVIL
Considerando el punto de vista de la acción desarrollada por este núcleo, es evidente la comunión de ideas entre los liberales americanos y españoles y la influencia ejercida indirecta pero profundamente en la marcha de la Revolución hacia la independencia.
En el propio gobierno colonial —y con motivo de las reformas realizadas— había penetrado el espíritu revolucionario que lo derribaría.
El núcleo extremo triunfante hacía la Revolución por la independencia, de modo que no es exacto interpretar dicho movimiento como guerra civil. El ideal de la emancipación esta en la entraña de la Revolución de 1810.
LOS PUEBLOS DEL INTERIOR NO HABIAN SIDO PREPARADOS SUFICIENTEMENTE PARA LA REVOLUCION. EL DIZFRAS ADOPTADO: LA MASCARA DE FERNANDO. SU EFICACIA EN LA POLITICA INTERIOR Y EN LA EXTERIOR
La formula jurídica adoptada por la Revolución le restó en sus orígenes gran influencia popular. En virtud de razones que a su hora se reputaron invencibles, la causa naciente desconocía algunas autoridades del régimen virreinal, invocando el nombre del Rey: las colonias adquirían el derecho transitorio de constituir juntas de gobierno propio, a modo de las peninsulares, hasta tanto Fernando VII volviera al trono.
La junta revolucionaria ocultó oficialmente a los pueblos la naturaleza y alcance del movimiento del 25 de mayo. En la circular del día 27 -e les habla del resultado del Cabildo abierto del 22 de mayo, en cuanto dispuso la subrogación del virrey por el Cabildo «ínterin se ordenaba una junta provisional de gobierno hasta la congregación de la general de las provincias», sin informarles que el gobierno instalado lo había sido después de la caída de la Junta del 24 y de la reasunción del mando en el pueblo.
El propio Cabildo de Buenos Aires —movido por otras razones—habla a los ayuntamientos del interior en la circular del 29 de mayo, pasando como sobre ascuas el relato de los sucesos de aquel agitado 25 de mayo, descripto, sin embargo, escrupulosa y animadamente en el acta capitular.
Es más. Los pueblos del interior no habían sido preparados previamente para la Revolución, y en tal sentido no se pueden mencionar sino los trabajos de propaganda de José de Moldes, con Tomás Allende, en Córdoba; de Francisco Borges, en Santiago; de Nicolás Laguna, en Tucumán; de Gurruchaga, en Salta, y algunos más. «Buenos Aires procedió con suma imprudencia e inexperiencia asombrosa lanzándose a una verdadera temeridad», como ha dicho un historiador del interior.
Compréndase, pues, el hecho de que los pueblos del interior no tomaron parte en los comienzos de este movimiento y la Revolución no hizo exteriorización pública de su programa de gobierno. Debe admitirse, empero, que un sector popular representativo estuvo presente en el Cabildo abierto del 22 de mayo e intervino en forma pujante el 25. Por explicables razones estaban ausentes de tales asambleas populares la inmensa masa social que caracteriza los movimientos políticos modernos.
He ahí un aspecto atrayente en el estudio de la Revolución de mayo; abrazada la causa de la emancipación por un grupo de hacendados, profesionales, comerciantes, militares, sacerdotes y pueblo –la minoría dinámica que figura al frente de todas las revoluciones de la historia— sus beneficios alcanzaron a todos de inmediato, y con una rapidez que denuncia la favorable disposición de la sociedad se hizo profundamente popular. Nacida en Buenos Aires, a poco tiempo hubo de sobreponerse a una conspiración que pretendió ahogarla; y dióse prisa en robustecer su ejército, del que puede decirse que en la medida de su avance en el interior argentino conquistaba el amor de los pueblos.
El tiempo, en efecto, fué el gran aliado de la causa naciente: la revolución penetró, como llovizna fecundante en la entraña de la tierra, hasta las más profundas capas de la sociedad. Refléjase en buena parte este fenómeno —en la capital primero y en todo el país luego— en la serie de donativos con que el pueblo contribuyó a costear los gastos de la Expedición libertadora. El 21 de junio la Gazeta publicaba una reducida mención de contribuyentes, y eran todos ellos, los jefes de la Revolución, Moreno, Vieytes, Donado, etc. A mediados del mes de julio la nómina comenzó a extenderse, y sobre todo a comprender personas de tan modesta figuración, que inspiró a Moreno, demócrata que amaba a los humildes —ardiendo en llama de entusiasmo juvenil— una noticia que vió la luz en la Gazeta, y cuyo borrador original existente en el Archivo de la Nación, descubre que ha sido escrita nerviosamente. La emoción trababa su pluma. Dice así la nota: «Las clases medianas, los más pobres de la sociedad son los primeros que se apresuran a porfía a consagrar a la patria una parte de su escasa fortuna: empezarán los ricos las erogaciones propias de su caudal y de su celo; pero aunque un comerciante rico excite la admiración, por la gruesa cantidad del donativo, no podrá disputar ya al pobre el mérito recomendable de la prontitud de sus ofertas» 19.
El disfraz adoptado por la Revolución 2% fué obstáculo para que la causa resultara inmediatamente popular —ya recordé— pero fué la defensa opuesta para debilitar el pronunciamiento general de los gobernantes, que al rebelarse contra la Revolución, demostraban incredulidad en sus proclamas, pero también, sin duda alguna, luchaban por el mantenimiento de sus posiciones.
Refiriéndose a este asunto declara un historiador, tiempo perdido el que empleamos en discutir largamente las razones de una actitud equívoca que a nadie persuadieron, y por tanto, no pesaron para nada en el resultado.
El <misterio de Fernando», se observa, no resultó ampliamente eficiente y en orden a la política interna porque no evitó la guerra. Sin embargo, es imposible desconocer su influencia en las ciudades del interior, la mayoría de las cuales pudieran designar sus diputados a Buenos Aires con la garantía del Ejército libertador paralizando la protesta de los adversarios, pues mi tesis es la de la gran importancia que tuvo el plan contrarrevolucionario. Cuando en el mes de noviembre, Moreno comienza a hablar claramente arrojando la «máscara» prodúcese un revuelo en la opinión y una reacción conservadora. Más grave era el punto de vista de la política externa oficial. Es necesario tener presente la actitud de Inglaterra. «Una declaración prematura de la independencia sería cerrar la puerta de la intervención amigable de la Inglaterra, mientras duren sus relaciones actuales con la España», decía lord Strangford a Moreno, palabras que contienen una explicación histórica.
SEGUN SAAVEDRA, LOS MAS PIADOSOS CONTEMPLABAN A LOS REVOLUCIONARIOS «CON COMPASION NO DUDANDO QUE EN BREVES DIAS SERIAN VICTIMAS DEL PODER Y FUROR ESPANOL». FUE NECESARIO QUE PASARAN ALGUNOS MESES PARA QUE MORENO ESCRIBIERA EN OTUBRE ESTAS PALABRAS: «ESTAMOS CIERTOS QUE MANDAMOS EN LOS CORAZONES. POPULARIDAD DE LA REVOLUCION»
Así, no obstante haberse ocultado el plan político de la emancipación violento fué el choque entre los directores de la revolución por una parte y los representativos de la contrarrevolución por otra. Para estos últimos el espectáculo de la revolución semejaba una gran disputa por los puestos públicos, pues eran los desalojados de la administración.
En el papel anónimo, que existe en el Archivo de la Nación, se describe la imitación de aquellos días, por un realista, espectador de los sucesos. El documento retrata un estado de ánimo que no debió ser particular. Escrito torpemente —pero no exento de colorido— sugiere la visión de uno de uno de estos espectadores que traducen las emociones de arte de una tragedia antigua en el relato punzante de un crimen policial.
He aquí algunos párrafos: «...día 25. Bolbió otra vez el Cabildo a juntarse y se encerrar en tu Sala Capitular para ver modo de poner remedio al desorden que se notaba por parte de los oficiales de la tropa y otros de los mismos partidarios que fomentaban la discordia diciendo que lo que habían hecho estava mal hecho y asi que nombrasen otro Presidente». Después de dar cuenta de la constitución de la Junta, agrega, «todo asido un desorden entre ellos y todo lo han hecho por la fuerza y con amenazas Publicas ante el mismo Cavildo y yo estoi hiendo que esto todavía no ha de pasar en bien y entre ellos mismos han de tener alvorotos ... ». El pliego alcanza a dar una impresión del día siguiente y dice: «Día 26. Todo esta en silencio ellos mismos son los qe handan ariva y avajo en las calles, con los sables arrastrando, metiendo ruido y nadie se mete con ellos. El Sor Savedra va anda con la Escolta del Sor Virrey... Muchos han de estar desconteptos entre ellos por qe no les atocado parte de la presa. Le han querido echar la culpa al Pueblo y el Pueblo no se ha metido en nada...»
En el mejor de los supuestos, la Revolución en el interior y especialmente Córdoba adentro, no podía plantearse en los mismos términos que en la capital. Al fin, en todo el litoral la renovación administrativa, política y comercial venía produciéndose desde las invasiones inglesas; el interior, en cambio había sentido más de una vez, una general conmoción en su economía por efectos de la apertura del puerto, desde que a partir de 1778 entraban por Buenos Aires, géneros y artículos que desalojaban en competencia desigual los similares de las industrias provincianas. La composición social, por otra parte, no era la misma en ambas secciones geográfico-económicas del país 27. Desde los orígenes, el fenómeno característico del litoral, había consistido en una verdadera colonización sin conquista propiamente dicha, en tanto que en el interior argentino el fenómeno es de lucha y de penetración recíproca, pero lenta, de las razas, al punto de que a través de los censos de fines del siglo XVIII se percibe con nitidez el estado de superposición y no de combinación de sus clases sociales.
Los gobernantes intendentes y la casi totalidad de los cabildos —como cuerpos representativos de la burguesía de las ciudades— se mantuvieron expectantes o se pronunciaron en contra de la Revolución del 25 de Mayo. Saavedra evoca bien la situación de angustia que dominaba a los responsables de la revolución cuando afirma en su Memoria: “Buenos Aires no faltaron hijos suyos que miraron con tedio nuestra empresa: unos, la creían inverificable por el poder de los españoles; otros la graduaban de locura y delirio de cabezas desorganizadas; otros, en fin, eran los más piadosos, nos miraban con compasión no dudando que en breves días seríamos víctimas del poder y furor español, en castigo de nuestra rebelión e infidelidad contra el legítimo soberano, y señor de la América».
Fue necesario que pasaran algunos meses y con ellos la grave hora de la prueba para que Moreno escribiera en octubre estas palabras: “ Estamos ciertos que mandamos en los corazones”
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