Francisco Ramírez
Francisco
"Pancho" Ramírez (n. Concepción del Uruguay hoy Entre
Ríos, Virreinato del Río de la Plata, 13 de marzo
de 1786 – † Chañar
Viejo, cerca de Villa de María del Río Seco, Córdoba, Argentina, 10 de julio
de 1821), conocido
como el Supremo Entrerriano, fue un caudillo federal argentino,
uno de los líderes de la provincia de Entre
Ríos durante los años de formación de la República Argentina, creando la República de Entre Ríos. Formó parte del
partido artiguista, liderado por el oriental
José Gervasio Artigas, con quien más tarde se
enemistó por rivalidades personales, hasta derrotarlo, obligándolo a exiliarse.
Poco después perdió la vida en un encuentro con las fuerzas de quien
anteriormente había sido su aliado, Estanislao López.
El Estatuto Provisorio de 1819, un bien cultural
santafesino
Concepción del Uruguay
Hijo
de un comerciante paraguayo y medio hermano de Ricardo López Jordán (padre),
Ramírez cobró fama aún joven en la organización de las milicias de su villa
natal, Concepción del Uruguay.
Al estallar la Revolución de Mayo prestó servicios como correo
al ejército patriota. En octubre de 1811, los milicianos de la villa la recuperaron para los
patriotas, dirigidos entre otros por Ramírez.
Adquirió cierta notoriedad luchando junto al
caudillo federal
José Artigas
contra las fuerzas realistas en la Banda
Oriental. Fiel a la causa artiguista, cuando el Directorio porteño se enemistó con éste,
Ramírez emprendió su defensa, combatiendo a las órdenes de Eusebio Hereñú, el delegado de Artigas en la región.
Tras la derrota del Barón de Holmberg, comandante del ejército
centralista, Ramírez acompañó a Hereñú en la defensa de la Banda Oriental
contra la invasión portuguesa y en la toma de la provincia de Santa Fe en alianza con
Estanislao López.
Ramírez, caudillo general de Entre Ríos
Sin embargo, Hereñú pactó con el director Juan Martín de Pueyrredón
la reincorporación de Entre Ríos a la facción
porteña. Ramírez tomó las armas contra él y lo derrotó en 1817, quedando al mando
de la región del río Uruguay como delegado de Artigas. La región de La
Bajada del Paraná estaba bajo el mando de otro oficial, pero en la
práctica, este dependía de Ramírez.
Estando las fuerzas orientales concentradas en la
defensa contra los portugueses del Brasil, Ramírez debió hacer frente al ejército directorial que
invadió su provincia en 1818.
Derrotó al coronel Luciano Montes de Oca,
atacando
a su tropa apenas desembarcada en las proximidades de Arroyo de la China y
en
marzo nuevamente rechazó la incursión del general Marcos
Balcarce
cerca de Paraná. Poco más tarde, debió defenderse
de las incursiones luso-brasileñas en su propia provincia.
Ese mismo año, Ramírez avanzó sobre la provincia de Corrientes, deponiendo al
gobernador enviado por el Directorio. Pero el agudo enfrentamiento con las
fuerzas porteñas lo obligó a destacar a su medio hermano Ricardo López Jordán
en auxilio de Estanislao López, atacado por Juan Ramón Balcarce, y poco después a
retroceder él mismo para enfrentar nuevamente a Hereñú.
Entre los caudillos de esa época, Ramírez se
destacó como uno de los más capaces; no sería derrotado hasta después de ser
traicionado y quedar en seria desventaja numérica. Varios cronistas
atestiguaron que sus tropas eran muy disciplinadas, mucho más que las de
Artigas o las de López, y que estaba regularmente uniformadas. Luchaban en
perfecto orden y seguían las órdenes de sus superiores con mucha mayor precisión
que muchas de las tropas de los demás caudillos, incluso más que las del
Directorio.
Ofensiva contra Buenos Aires
Poco después, Ramírez y López tomarían la ofensiva
contra Buenos
Aires
ante la sanción de la Constitución unitaria del
'19 en Buenos Aires, que imponía un régimen inaceptable para las
provincias. Por otro lado, Artigas le había ordenado obligar a Buenos Aires a
unirse a su lucha contra los portugueses.
Pueyrredón renunció al directorio y asumió su
reemplazo el general José Rondeau. El directorio ordenó al Ejército de los Andes que regresase hacia la
capital para reprimir a los caudillos, pero su comandante José de San Martín se negó a hacerlo, como lo
haría el Ejército del
Norte al mando de Manuel Belgrano.
En estas circunstancias, la detención de un grupo
de delegados de Buenos Aires que atravesaba Santa Fe por parte de López sirvió
a Rondeau de excusa para reiniciar la guerra civil. Ramírez se movió más rápido
y desde Santa Fe invadió el norte de la provincia de Buenos Aires, saqueando las
estancias de ganado y dinero, para después regresar a Santa Fe.
Desde poco antes de iniciar la campaña, Ramírez
llevaba dos aliados tan insólitos como contraproducentes. Uno era el general chileno José Miguel Carrera,
quien
recientemente se había dedicado, por medio de una imprenta, a producir
propaganda anti-unitaria y pro-federalista. Su pretensión era regresar a su
país y deponer a Bernardo O’Higgins. El otro era el ex Director
Supremo Carlos María de Alvear, quien pretendía lo
mismo respecto de Buenos Aires.
Rondeau dejó el Directorio en manos de Juan Pedro Aguirre y marchó contra las fuerzas
del protectorado artiguista. Pero antes de que el Ejército del Norte se le
pudiera unir, sus oficiales se sublevaron, dirigidos por Juan Bautista Bustos, para volver al frente
norte contra los realistas.1
Con solo su ejército porteño, Rondeau enfrentó a
los federales Ramírez, López y Pedro
Campbell en la batalla de Cepeda,
en que casi
ingenuamente dispuso a su ejército en una posición defensiva excesivamente
rígida. Ramírez los rodeó y los atacó por la retaguardia, destrozando a la
caballería unitaria en minutos. Rondeau fue arrastrado en la huida, y la
batalla hubiera acabado en desastre para los porteños de no ser por la ordenada
retirada que realizó Balcarce.
El Tratado de Pilar
Victoriosos, los federales avanzaron sobre Buenos Aires,
donde expusieron pacíficamente sus exigencias al cabildo
de la ciudad: tenían diez días para reemplazar el
gobierno directorial por autoridades provinciales. La situación en la capital
se transformó de repente en un completo caos. Rondeau renunció y el Congreso se
disolvió. Una Junta de Representantes fue nombrada como autoridad legislativa
provincial, y eligió gobernador a Manuel de Sarratea, recién llegado desde las
filas de López. La constitución unitaria fue declarada caduca.
En la localidad de Pilar los caudillos federales victoriosos, el
santafesino Estanislao López y el entrerriano Francisco Ramírez firmaron con el
negociador unitario porteño el Tratado
de Pilar; por este tratado, las provincias (incluida Buenos Aires)
reasumían su soberanía particular, las provincias firmantes se pronunciaban por
la federación, y se llamaba a un congreso general que se reuniría en San Lorenzo (Santa Fe). Por último, los
jefes federales recordaban a Buenos Aires su deber de defender a la Banda
Oriental, aunque no se la comprometía a nada respecto a esto. Ramírez se
comprometía a invitar a Artigas a unirse al tratado, no ya como subordinado,
sino como aliado del “gobernador de la Banda
Oriental”. Y en una cláusula secreta, el gobernador porteño se comprometía
a entregar abundante material de guerra a los jefes federales.
La debilidad del gobierno porteño se hizo pronto
evidente en los intentos de restaurar a Balcarce. Sarratea, apoyado por los
caudillos litoraleños, debió sin embargo dimitir ante la decisión de la Junta
de Representantes de no respaldarlo y fue reemplazado por Miguel Estanislao Soler. Soler puso en
libertad a los congresales partidarios de establecer una monarquía, detenidos
por una de las cláusulas secretas del tratado del Pilar. Por ello se enfrentó
con las tropas de López y Carrera en la batalla de Cañada de la Cruz el 28 de junio,
pero fue derrotado. Los federales cercaron Buenos Aires durante casi dos meses,
intentando reponer a Sarratea, hasta que el 2 de agosto
las tropas al mando de Manuel Dorrego, sucesor de Soler, rompieron el sitio
y los obligaron a retroceder. López se replegaría a territorio santafesino
hasta ocupar una posición más ventajosa y se enfrentó nuevamente a Dorrego,
batiéndolo en la Batalla de Gamonal.
El final de Artigas
Mientras tanto, las noticias de la firma del
Tratado del Pilar habían llegado a Artigas; la exclusión de la Banda Oriental
de los acuerdos provocó su enfrentamiento con los caudillos litoraleños.
Artigas, batido por los luso-brasileños en la batalla de Tacuarembó, se replegó hacia Entre
Ríos. Interpretándolo como un intento de imponerse sobre él, Ramírez tomó las
armas contra su otrora jefe y lo enfrentó en una rápida sucesión de batallas.
Fue derrotado en Las Guachas, pero el 24 de junio
lo derrotó en una brillante maniobra en la batalla de Las Tunas, en
que hizo un inteligente uso de la artillería, al mando del comandante Lucio Norberto Mansilla, enviado en su
ayuda desde Buenos Aires.2
Tras una victoria menor cerca de Sauce
de Luna y otra cerca de Goya sobre Pedro
Campbell, atacó el propio campamento de Artigas en Ábalos, cerca de Curuzú Cuatiá, ya en la provincia de Corrientes, y lo derrotó
completamente el 24 de julio. Éste sería el fin de la etapa del liderazgo
ejercido por Artigas en el litoral.
Mientras sus segundos perseguían a Artigas por todo
el territorio correntino, Ramírez ocupó la ciudad de Corrientes, hizo arrestar a Campbell
y a Mariano
Vera y se hizo nombrar gobernador.3
Poco después, tras intentar resistir en Misiones, Artigas debió refugiarse en el
Paraguay del dictador Francia hasta su muerte, más de
veinte años después.
La República de Entre Ríos
El 29
de septiembre, Ramírez expidió en Corrientes un Reglamento Constitucional
para las tres provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones. El 24
de noviembre fue elegido en Gualeguay Jefe Supremo de la República, de donde le
vino el mote del Supremo Entrerriano, que nunca usó. Seis días más tarde
proclamaba en el territorio de esas tres la constitución de la República de Entre Ríos, una provincia
federal que deseaba unirse a las demás en una federación de iguales, y no una
nación soberana.
La República sería efímera, pero la tarea que
realizó en ella Ramírez fue intensa. Sancionó reglamentos en lo militar, lo
político, lo económico y la recaudación de impuestos, eliminando los derechos
de importación. Efectuó la división del territorio en departamentos,
cuyos gobernadores en lo civil y militar serían elegidos por la población de su
jurisdicción. Estableció un régimen de administración de justicia, un servicio
de correos, ordenó la realización de un censo y decretó la obligatoriedad de la
enseñanza primaria, incluyendo la alfabetización
y la aritmética.
Prohibió además la matanza de ganado cimarrón,
promoviendo la cría en estancias y la agricultura.
Bajo su auspicio se realizaron los primeros comicios en la región. No cabe
sorprenderse de que en ellos triunfara Francisco Ramírez.
Aún persistía en su propósito de enfrentar a los
portugueses para recuperar la Banda Oriental y neutralizar la influencia
luso-brasileña en la zona de frontera, pero necesitaba más fuerzas militares,
especialmente de infantería. Creyó encontrarlos en Paraguay, y en tal sentido
entabló correspondencia con el dictador Francia, bajo cuyo régimen el país
contaba con un poderoso ejército. Como éste se negara, decidió invadir ese país
y reintegrarlo a la organización de las Provincias Unidas. Pero, sin
dejar siquiera iniciada la tarea, se marchó hacia Entre Ríos en enero de 1821.
Ruptura con López
Tras la derrota de Dorrego,
Buenos Aires había quedado acéfala; la Junta de
Representantes, presionada por Juan Manuel de Rosas, eligió como nuevo
gobernador a Martín Rodríguez. Éste se reunió con López el 24 de
noviembre de 1820.4
en la estancia de Tiburcio Benegas, donde por mediación de Rosas y del
gobernador cordobés Bustos se rubricó el Tratado de Benegas, que disponía la reunión de
una Convención General en Córdoba.
El Tratado dejaba solo a Ramírez en su empeño para
liberar la Banda Oriental, y anulaba varias de las disposiciones del Tratado
del Pilar. El Supremo escribió a Rodríguez, preocupado por la influencia
de los antiguos partidarios del Directorio en el nuevo gobierno5
Le exigió el envío del armamento y tropas que se habían acordado a Entre Ríos.
Insistía además en la necesidad de declarar la guerra a Portugal.
La falta de respuesta lo llevó a intentar lograr la
mediación de López, o en su defecto su apoyo a un ataque contra Buenos Aires.
Pero la rivalidad entre los caudillos y el acuerdo del santafesino con Buenos
Aires y Córdoba le quitó el posible apoyo del santafesino. Tanto Bustos como
Rodríguez consideraban que el prestigio de Ramírez y la vehemencia con la que
había decidido recuperar la Banda Oriental eran una amenaza a la unidad del
país. Contribuyó también a ello la continuada alianza de Ramírez con Carrera,
que en ese entonces había logrado sublevar a los ranqueles del
oeste de la provincia de Buenos Aires, que causaron
grandes pérdidas a los porteños.
Desengañado, Ramírez decidió tomar armas contra
Buenos Aires y contra López.
La última campaña
A principios del mes de mayo de 1821, el coronel Anacleto
Medina
cruzó exitosamente el río
Paraná hacia Santa Fe, y capturó las monturas de López, privando a éste de
su caballería. Pocos días más tarde, el cuerpo principal del ejército de
Ramírez desembarcaba también cerca de Coronda. Allí
tomó por el flanco a la columna dirigida por el tucumano (al servicio de Buenos
Aires) Gregorio Aráoz de La Madrid,
que se dirigía a reforzar a López, y la desarmó.
Mientras tanto, Mansilla estaba a cargo de llevar
la infantería por barco hasta Santa Fe (capital). Pero Mansilla traicionó a su
jefe: condujo la tropa a Santa Fe, pero volvió a embarcarla poco más tarde y
ordenó el retroceso.6
La escuadra porteña destruyó la flota de Ramírez, cortando las comunicaciones
con Entre Ríos, e impidiendo el avance de Ramírez y Medina hacia el sur.
Con sólo 700 hombres en condiciones de combatir,
acampó en Coronda para evaluar su plan de acción; allí recibió noticias de que
La Madrid, con más de 1.500 hombres, artillería, caballos y 380.000 pesos
fuertes que Buenos Aires remitía para ayudar a López, avanzaba sobre su
posición. Pese a que Martín Rodríguez había indicado a La Madrid que se
reuniera con López antes de emprender acciones, éste intentó aprovechar la
posición, y buscó sorprenderlo cerca del río Carcarañá. Pero Ramírez, avisado, había logrado
disponer sus fuerzas y maniobró de tal modo que logró hacer huir a las tropas
de La Madrid, quedándose con los caballos, el parque y los fondos.
Sin embargo, la victoria le costó casi la mitad de
su tropa y la situación se hacía desesperante. Dos días más tarde, debió
enfrentarse con las tropas de López que le cortaba el paso hacia Córdoba, donde
pensaba replegarse, buscando rodear a sus oponentes y cruzar el Paraná cerca de
Corrientes. Ante la superioridad del enemigo, debió huir en medio de la
refriega con apenas un par de centenares de hombres y marchó hacia el oeste.
Pocos días más tarde, encontró un refuerzo
inesperado en una columna de 700 hombres comandada por Carrera, que acudía a su
ayuda desde la provincia de San Luis. Sin embargo, no
pudieron acordar un plan de acción: Carrera pretendía cruzar hacia Chile,
mientras que Ramírez juzgaba más provechoso dirigirse a Corrientes. Para ganar
tiempo atacaron a Bustos en Cruz Alta, pero fracasaron ante su posición
defensiva. Carrera lograría acercarse a la cordillera, pero sería vencido y
arrestado por orden del gobernador mendocino Tomás Godoy Cruz, que lo hizo fusilar.
Ramírez, por su parte, prosiguió camino hacia el
norte por la sierra, intentando recabar ayuda de la oposición local a Bustos,
pero fue perseguido por una partida enviada por éste. El 10 de julio,
uno de los oficiales de López lo derrotó en una breve batalla en Chañar Viejo
(cerca de Villa de María de Río Seco y de San Francisco del Chañar), donde fue
nuevamente vencido. Logró escapar, pero al descubrir que su amante (la Delfina,
que había luchado a su lado durante toda la campaña) había sido capturada,
regresó a rescatarla. En ese momento fue muerto de un balazo.
Fue decapitado y su cabeza clavada en una pica y
luego enviada a López, quien la hizo embalsamar y la exhibió en una jaula, en
la puerta del Cabildo santafesino.
La República de Entre Ríos no sobrevivió a
Ramírez. Por un corto tiempo lo sucedió su medio hermano Ricardo López Jordán, pero el coronel
Mansilla se levantó en su contra el 23 de septiembre y se hizo elegir
gobernador. Esa noticia provocó la recuperación de la autonomía por la
provincia de Corrientes y, a fines de octubre, López Jordán se exiliaba en Paysandú.7
La República fue dada por muerta y Mansilla se alió con Santa Fe y Buenos
Aires. El 22 de enero de 1822 se firmó el Tratado del Cuadrilátero, que convocaba un
nuevo congreso en Buenos Aires. La guerra
por la Banda Oriental estallaría finalmente en 1825, pero llevaría a
la independencia del Estado Oriental del Uruguay.
La Delfina
La figura de la concubina de Ramírez, que ha pasado a la historia simplemente como la Delfina, aunque poco se sabe de ella, ha atraído la atención de los historiadores. Era una portuguesa, cuyo origen aún se desconoce, a la que Ramírez capturó en los enfrentamientos de los portugueses con Artigas. Se dice que esta mujer rubia pertenecía a la nobleza portuguesa afincada en San Pedro del Río Grande y que por tal origen nobiliario se le apodaba la Delfina.
Tomada cautiva, Ramírez se enamoró de ella, hasta
el punto de romper su compromiso con Norberta Calvento, hermana de uno de sus
mejores amigos. La Delfina estuvo junto a Ramírez desde entonces, en especial
en el frente; hábil como amazona y en el uso de las armas, vestía uniforme
militar (generalmente una chaquetilla roja y sombrero tipo chambergo con
una pluma) con charreteras de coronel.
El día de la muerte de Ramírez fue rescatada por
Medina y salvó su vida. Cruzando el Chaco logró
regresar a Concepción del Uruguay, donde sobrevivió 18 años a su pareja.
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